miércoles, 31 de julio de 2019

Miguel Barbosa asume la gubernatura de Puebla tras una larga batalla contra el régimen de Moreno Valle


            



Nacido en el municipio de Tehuacán -segundo en importancia del estado pero diametralmente opuesto en ubicación, lujos y desarrollo de la capital, Puebla -Luis Miguel Barbosa Huerta alcanza la silla de gobierno tras una intensa batalla electoral contra Rafael Moreno Valle, difunto ex gobernador panista.


El régimen que gobernó la entidad durante más de siete años no logró interponerse a los planes del hoy mandatario local. 

Una dura contienda que comenzó mucho antes del día en que la opinión pública poblana se convulsionó al ver nuevamente reproducidas las prácticas más sucias de la política: violencia en los centros de votación, quema de urnas, agresiones a funcionarios de casilla y hasta un presunto laboratorio electoral.

La guerra de Luis Miguel Barbosa contra Moreno Valle inició años atrás, cuando el entonces senador por el PRD, decidio enfrentarse al hoy difunto exgobernador del estado, y envió a sus huestes a reventar la sesión del Consejo Estatal perredista, que estaba en manos de los operadores más leales al régimen: Arturo Loyola, Jorge Benito Cruz Bermúdez, entre otros.

La sesión del consejo perredista era clave porque en ella se definiría si ese partido formaba parte una vez más, de la coalición que junto con el PAN lanzó a José Antonio Gali a la gubernatura del estado.

Miguel Barbosa sabía que Moreno Valle no le perdonaría jamás esa afrenta pero aún así se le enfrentó. En epopeya poblana, los consejeros del PRD afines a Barbosa caminaron más de cinco kilómetros -desde la caseta de San Martín Texmelucan hasta la ex Hacienda de Chautla-, luego de que la Policía Estatal cerrara el paso a sus camiones, por orden intrínseca de Rafael Moreno Valle.

Al llegar a la ex hacienda de Chautla, los barbosistas irrumpieron en la sesión, se hicieron del control de la asamblea y determinaron por mayoría de votos que el PRD no iría ese año en coalición con Moreno Valle.

Fue así como la "mega coalición" se fracturó y Roxana Luna fue nominada por el PRD a ser gobernadora. Miguel Barbosa y Moreno Valle estarían enemistados de por vida desde aquel día.

 Roxana Luna, lideresa local del PRD, fue la candidata de ese partido al gobierno poblano en 2016. Fotografía: Agencia Enfoque


Una personalidad noticiosa

Muchos de quienes hoy lo ven llegar a la silla de gobierno, se preguntan todavía en qué momento se encumbró la figura de Barbosa,a tal punto que ocupó durante un año la presidenta del poder legislador federal, en uno de los momentos más estridentes del sexenio peñanietista.

Quienes hasta hace algunos años lo veían como un político local "que usaba playeras de Mickey Mouse" -tal como lo recuerda la reportera de un importante portal de noticias en Puebla -siguen afirmando que en política a veces sólo es cuestión de suerte y de saber brincar de partido en el momento que ese instituto político está en crecimiento.

La llegada de Barbosa a las esferas nacionales surgió cuando alcanzó el Senado por vía de la lista nacional, que incluye a una casta de políticos maduros, con mucho colmillo, cuyos escaños son entregados bajo acuerdo como cuotas de poder a los partidos.

Gracias a la negociación que hubo entre Rafael Moreno Valle y el PRD, derivada de la conformación de la alianza electoral que llevó al primero a Casa Puebla, Miguel Barbosa tuvo la oportunidad de ser incluido en esa lista, junto a figuras del PRD de la talla de Manuel Camacho Solís.

El nombramiento como coordinador de su bancada le valió a Barbosa la proyección nacional que le sirvió para ser considerado con posibilidades de ser gobernador del estado. El legislador tehuacanero encabezaba ruedas de prensa, daba entrevistas, era citado a reunirse con los pesos pesados de la política mexicana.

Sus aptitudes personales y su conocimiento casi textual de las leyes que rigen a la Cámara Alta le sirvieron para ocupar en relativo corto tiempo, la silla más alta en la que hasta ese momento habría de sentarse: la presidencia del Senado.



La notoriedad nacional que adquirió como líder del poder legislativo tuvo coincidencia con uno de los momentos más convulsos en la historia del México reciente. En el otoño de 2014 estalló la crisis de Ayotzinapa, a la que se sumó el escándalo por la llamada "casa blanca" del expresidente Enrique Peña Nieto.

Miguel Barbosa se vio en la disyuntiva de frenar, desde la presidencia del Senado que él ostentaba, cualquier señalamiento que hicieran los legisladores de oposición contra el presidente de México y su esposa, Angélica Rivera; o bien, ser congruente con sus ideales y permitir que se abriera el micrófono a senadores como Layda Sansores San Román, Alejandro Encinas, Dolores Padierna, Angélica de la Peña o Manuel Bartlett.

El rollizo presidente del Senado no desaprovechó la oportunidad que la política le daba y favoreció en cuanto pudo al sector de la oposición en la Cámara Alta.

Su anhelo por la gubernatura de Puebla

Barbosa recibe por fin la constancia de mayoría que lo acredita como gobernador electo. Fotografía: Estatus Puebla.


Desde la presidencia del Senado, Miguel Barbosa pudo tejer los acuerdos necesarios para alcanzar la candidatura de un partido político -el que fuera- en pos de la gubernatura de la entidad. Se permitió la libertad de rechazar la nominación para la elección de 2016, en la que se le consideraba probable candidato y que el senador no quiso por sólo durar un año y ocho meses.

"¿La candidatura del 2016? Esa se las regalo", se mofaba el entonces perredista cuando una reportera le preguntó qué opinaba de que se le incluyera entre los más posibilitados a ocupar la llamada "mini gubernatura". La entrevista tuvo lugar en la ex Hacienda de Chautla, en el marco del cuarto informe de gestión de Martha Érika Alonso Hidalgo como presidenta del DIF local.

En esa misma ex Hacienda de Chautla se vivió la gresca en la que los perredistas se enfrentaron a golpes, jalones y pellizcos contra el ala "pro" del Sol Azteca, cuyos delicados representantes conocieron ese día el lado bronco de la izquierda poblana.

A partir de esa jornada, Miguel Barbosa se convirtió en enemigo primordial del morenovallismo y comenzó así una lucha silenciosa por alcanzar el poder: mientras uno lo buscaba con anhelo, el otro intentaba detentarlo el mayor tiempo posible.

Aunque Antonio Gali, el amigo más confiable de Moreno Valle, logró hacerse de la gubernatura de la entidad, a nivel nacional la ola lopezobradorista amenzaba con inundar las aspiraciones del panista de llegar a la presidencia de la República.

Leal a su estilo, Moreno Valle recurrió a la negociación y puso a su declinación de competir por la presidencia de México un precio muy caro: si no era él, su esposa sería la candidata del PAN al gobierno de la entidad.

Del otro lado, Miguel Barbosa se separó definitivamente del PRD y se unió a las huestes de Andrés Manuel López Obrador, acto que le valió profusas críticas por sus anteriores reclamos al político tabasqueño.

En diciembre de 2017 Miguel Barbosa se dijo incluso derrotado en la contienda interna de Morena para elegir al candidato de ese partido al gobierno de la entidad, y durante un desayuno con periodistas declinó la nominación para los otros dos precandidatos en ese entonces.

Pero en enero del siguiente año algo cambió en el interior del Movimiento de Regeneración Nacional: Miguel Barbosa apareció ante medios y se asumió el candidato "de la esperanza". Sería él quien se enfrentaría a Martha Érika Alonso, que iniciaba con una desventaja al ser la esposa del -en práctica -gobernador en turno.

El matrimonio Moreno Valle flanqueado por el exgobernador "Tony" Gali, durante un acto público. Fotografía: El Popular


Lodazal

El más astuto de los políticos poblanos de los tiempos recientes, Rafael Moreno Valle, vio venir con tiempo suficiente el fenómeno lopezobradorista que como mar de fondo, se metía calladamente en muchos hogares del país, inundándolos de ideas de cambio y que le arrebataría el poder a una clase político-empresarial que solo se turnaba la oportunidad de gobernar a la nación.

Desde los primeros días de la precampaña se vieron los signos de que la batalla por el gobierno de la entidad sería a muerte, aunque nadie creyó en ese entonces que realmente lo sería.

En los medios de comunicación afines al morenovallismo se exhibió con lujo de detalles el patrimonio de Miguel Barbosa, basto y lleno de piezas que no encajaban, lo que lo colocó ante buena parte de la sociedad como un político corrupto.

La personalidad y presencia de Martha Érika Alonso la hicieron por su parte una candidata competitiva y la batalla se enfrascó aún más. De un lado estaba la continuidad con rostro de mujer, representada por una dama que le extendía la mano a lo poblanos y les ofrecía remediar los errores del pasado cometidos por el régimen de su marido.

Del otro lado aparecía un candidato del interior, grandilocuente y presunto resultado de eso que en política llaman "la cultura del esfuerzo"; cuya campaña proponía romper de tajo con el modo de gobernar la entidad y que ostentó como mayor atributo a partir de marzo de 2018, su aparición en la tarima junto a Andrés Manuel López Obrador.

Aun días antes de las elecciones, pocas encuestadoras vaticinaban una tendencia favorable para alguno de los dos contendientes. Hasta el último día de campañas, los medidores de opinión pública dijeron que podía ganar tanto la esposa de Moreno Valle como el abanderado de Morena. La moneda estaba en el aire.

El pelo en la sopa

Mientras a nivel nacional, el primero de julio unas elecciones "ejemplares", en el estado de Puebla los comicios no guardaron la misma simetría.

Alrededor de las 13:00 horas de ese domingo -momento en el que según Barbosa, una encuestadora le aseguraba hasta 14 puntos de ventaja sobre Martha Érika Alonso -se empezaron a reportar incidencias electorales en varias casillas de la capital de manera sistemática. Las más comunes de ellas: jóvenes embozados que causaban disturbios y se robaban la urna que contenía los votos para gobernador del estado.

Los ataques tuvieron lugar en casillas ubicadas en colonias populares, fraccionamientos o unidades habitacionales de alta conflictividad. La jornada llegó a su clímax cuando una de las camionetas en la que se transportaban estos grupos desestabilizadores, volcó en la vía pública, cerca de la unidad Xilotzingo y desparramó sobre el asfalto las boletas robadas, mientas una etiqueta del gobierno de la entidad en el vehículo era captada por los fotógrafos de diferentes medios de comunicación, quienes jugaron un papel determinante ese día.



El descubrimiento de un presunto laboratorio electoral la tarde del lunes 2 de julio en las inmediaciones del Hotel MM, sólo sirvió para encender el fuego que la dureza del día anterior había ya estado a punto de incendiar. Miles de ciudadanos salieron a la calle a reclamar por los actos de violencia orquestados en la víspera y a partir de ese momento Martha Érika Alonso se vio obligada a separarse físicamente de los poblanos, pues no hubo un acto público en el que no hubiera una valla de por medio entre ella y los asistentes.

"Miguel, Miguel: ¿qué tiene Miguel..?"

Al largo conflicto postelectoral habría de sumarse la tragedia que cimbró los hogares de Puebla el 24 de diciembre de 2018. 

La muerte de la ya gobernadora poblana, quien tomó protesta sólo diez días antes, enfundada en un vestido negro en medio de una inusual ceremonia de juramentación a la medianoche, sin el aval del Poder Legislativo, pareció brindar a Miguel Barbosa la oportunidad que creyó definitivamente agotada cuando la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Janine Otálora Malassis, inclinó la balanza a favor de la panista.

Una muerte así de inusual, así de violenta, parecía en primera instancia un nuevo obstáculo -esta vez insalvable -para las aspiraciones del de Tehuacán. Era de suponer que muchos lo señalarían como sospechoso y por lo tanto imposibilitado a gobernar, como le ocurrió en 1994 a Manuel Camacho Solís tras la muerte de Colosio.

Mas la odisea de Miguel Barbosa rumbo a la gubernatura de Puebla tendría como lección el hecho de que algunas personas parecen predestinadas a hacer historia, pues este primero de agosto Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta se convierte en el primer gobernador de izquierda en la entidad.

Durante los días en los que el poder local se peleó en los tribunales, y que incluyó el primer recuento "voto por voto, casilla por casilla", de la elección de un estado, una cancioncilla era repetida por las mujeres que seguían a Luis Miguel Barbosa a sus ruedas de prensa y le animaban:

"Miguel, Miguel, ¿qué tiene Miguel que los Moreno Valle no pueden con él?".

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